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05-10-2018 |
POPULISMO VERSUS FASCISMO
Jorge Elbaum
La opción que se transparenta en las elecciones inminentes en Brasil
Las elecciones del próximo domingo suponen la posibilidad de una ruptura de la hegemonía neoliberal en la región. Tanto el Departamento de Estado comandado por Donald Trump como los advenedizos políticos de la alianza local Cambiemos observan con creciente preocupación el incremento de las posibilidades electorales del candidato petista, Fernando Haddad, quien hace 15 días era un absoluto desconocido para los 147 millones de brasileños anotados para sufragar el próximo 7 de octubre. La elección del domingo venidero es la tercera relevante del año, después del triunfo de Andrés Manuel López Obrador en México y la de Colombia, que ubicó, por primera vez en la historia de ese país, a un candidato de izquierda, Gustavo Petro, en una segunda vuelta electoral. Una potencial victoria de Haddad reconfiguraría el mapa político de América Latina porque –entre otros factores— supondría el impulso del programa de integración regional expresado por la CELAC, MERCOSUR y UNASUR. Articulaciones que posibilitan niveles crecientes de autonomía frente a las políticas impuestas por Washington, que sólo promociona la seguridad, el enfrentamiento al narcotráfico y los beneficios de los ajustes fiscales. Todos mecanismos ajenos a las agendas del desarrollo necesarias para reproducir trabajo y combatir las desigualdades.
Para las elecciones del 7 de octubre, el neoliberalismo brasileño no ha encontrado un candidato capaz de maquillar su programa de gobierno, tal como lo ha hecho en la Argentina con Mauricio Macri, que logró engañar al electorado con darle continuidad al estado de bienestar promovido por el kirchnerismo. Por el contrario, en Brasil los candidatos del Partido Social Liberal (PSL), Jair Messias Bolsonaro y su segundo, Hamilton Mourão, apelan a un lenguaje de crudo autoritarismo, coherente con las políticas represivas que efectivamente caracterizan las lógicas financiaristas, extractivistas y transnacionalizadas, de la actual etapa de acumulación del capitalismo hegemónico.
La siembra de la violencia politica
La deriva política de parte del electorado brasileño hacia la ultraderecha del PSL está íntimamente relacionada con la crisis política y social que derivó en niveles crecientes de desocupación, marginalidad e inseguridad. Esa realidad promovió la multiplicación de discursos autoritarios partidarios de la utilización de la violencia por parte del Estado, expresada en la militarización de Río de Janeiro, la balacera contra la caravana de Lula en Curitiba, el asesinato de dirigentes sociales como Marielle Franco, la prisión sin pruebas contra Lula y la reiterada participación de jefes militares en actividad en los debates públicos ligados al devenir político. La decisión de vaciar el status del sistema democrático, como paso previo para lograr la desconfianza en el sistema de partidos y en la lógica democrática, fue verbalizada en un almuerzo de campaña por Hamilton Mourão con brutal ironía: “Si fuera antidemocrático, no estaría participando de la elección, estaría con mi [pistola] 45, limpiándola bien y aguardando días mejores”. El lema de campaña del PSL es “Brasil por sobre todo, Dios por sobre todo”, contiene una obvia reminiscencia con el Deutschland über alles (Alemania por encima de todo) , la consigna del partido nazi en épocas de Hitler. Por su parte, el general Eduardo Villas Bôas, comandante del ejército, afirmó que la legitimidad del próximo gobierno podría llegar a estar “cuestionada” debido a las investigaciones desarrolladas por el juez Sergio Moro en el Lava Jato, en obvia referencia a un triunfo del PT. Los analistas locales observan la búsqueda por imponer una dicotomía entre orden y caos promovida tanto de desde la Red Globo como desde los cuarteles militares y las agencias publicitarias con sede en Estados Unidos.
La recta final de la campaña electoral se inició con la proscripción de Lula da Silva por parte del Tribunal Federal Electoral (TPF), la posterior nominación de Fernando Haddad y el atentado a Bolsonaro, el 6 de septiembre durante un acto organizado en Minas Gerais. En las últimas semanas el candidato a vicepresidente de Bolsonaro, el también militar retirado Hamilton Mourão, ha sugerido la necesidad de modificar la constitución brasileña eludiendo la conformación de una asamblea constituyente. Según declaraciones realizadas a la prensa, dicha transformación constitucional debiera ser efectuada por prestigiosos juristas y no por la representatividad popular elegida electoralmente. Por su parte, Bolsonaro ha concitado un creciente repudio de los movimientos de mujeres al señalar que no necesariamente deben “contar con salarios similares a los obtenidos por los varones”.
En uno de los últimos discursos –en referencia a su paternidad de cuatro varones y una niña—, afirmó que el nacimiento de esta última “podía considerarse un acto de debilidad”. Las entidades feministas han inaugurado desde el último lunes una campaña en las redes sociales (con el hashtag #EleNão, Él no ), a través del cual difunden y repudian la fraseología misógina de los candidatos militares del PSL. Algunas de esas denuncias rememoran que Bolsonaro (que en las dos últimas semanas empezó a ser denominado como “la cosa”) ha dedicado el voto de censura contra Dilma Rousseff, en 2016, a quienes fueron los responsables de torturarla cuando fue secuestrada por la última dictadura entre los años 1970 y 1973. Otra de las recordadas frases citadas recuerda que para el candidato de la derecha “existen mujeres que son demasiado feas para ser violadas”. El sábado 29, en diferentes ciudades de Brasil se multiplicaron las movilizaciones de mujeres contra la candidatura del ex capitán del ejército, bajo la consigna unificada de “Él no, Él nunca”, en la que participaron grupos feministas identificados con diferentes partidos políticos incluidos el PT. En la convocatoria de la Red Brasileña de Mujeres se expresó la necesidad de convocar a “una movilización original y poderosa capaz de unificar a distintos grupos diferentes capaces de ubicar a las ciudadanas en la lucha contra la violencia y el odio al otro”. Las acciones callejeras de las mujeres fueron llevadas a cabo en 24 ciudades de 14 países, en solidaridad con el pueblo brasileño, incluidas Portugal, Alemania, Suiza, Australia, Italia, Inglaterra, España, Canadá, Irlanda, Estados Unidos y Holanda.
Neoliberalismo sin maquillaje
Los últimos datos provistos por la totalidad de las consultoras vaticinan una segunda vuelta cuya fecha de realización está prevista para el 28 de octubre. Aparentemente, en ese ballotage se medirían Haddad y Bolsonaro, poniendo en evidencia la contradicción política planteada en América Latina entre los proyectos de inclusión social, denominados (despectivamente) como populistas por los centros mediáticos internacionales, promovidos en Brasil por Lula y Dilma entre 2003 y 2016; y el neoliberalismo brutal y descarnado, expresado en esta ocasión por el ex capital del ejercito que lleva siete periodos consecutivos en la cámara de diputados de Brasil. Este último cuenta con el respaldo de los grupos evangelistas más reaccionarios y es el político más activo en las redes sociales de ese país. Al igual que Trump, ha fidelizado a decenas de miles de internautas que poseen una amplia disposición para imponer posteos constantes, capaces de lograr reiterados trend topics capaces de construir agenda de redes e incluso derivando (o utilizando) dichas tendencias en medios de comunicación televisivos y radiales para hacerlos más virales.
El último sondeo de la firma Ibope, difundido el miércoles 26, indica que el candidato del Partido de los Trabajadores (PT) vencería a Bolsonaro por seis puntos en el ballotage. El sondeo realizado entre el 22 y el 23 de septiembre con 2.500 entrevistados señala que todos los candidatos le ganarían a Bolsonaro en la segunda vuelta, y que Haddad obtendría una diferencia de 43 a 37 por ciento. Los datos de la última semana, compartidos por todos los relevamientos electorales ubican a Bolsonaro con un liderazgo de 27 %, seguido por Haddad con un porcentaje cercano al 23 %. En tercer lugar, aparece el centroizquierdista Ciro Gomes, que se mantiene en el 11%, seguido por el neoliberal Geraldo Alckmin con el 8 %, y luego la candidata ambientalista Marina Silva con el 5%.
El fenómeno neonazi de Bolsonaro es el resultado de la crisis económica y política instalada por Michel Temer, luego del golpe palaciego que impidió a Dilma Rousseff continuar su presidencia. El modelo antisistema vociferado por el ex militar es el resultado de una degradación política instrumentada por los medios de comunicación masiva y el poder judicial destinado básicamente a destruir el nexo entre los sectores populares y el liderazgo del PT. El Lava Jato fue el disparador para despolitizar a la sociedad brasileña con la intención de impedir la continuidad de los proyectos de inclusión que, por su propia lógica, desafían los privilegios y sobre todo la continuidad de las reglas impuestas por la élite empresarial de ese país. Esa presión expresada en términos de cultura política, sumada a la deriva neoliberal del gobierno de Temer, generó un proceso de recesión que llevó a la desocupación a un total de 8 millones de personas, y a otros 25 millones a la categoría de subocupadas, carentes de cualquier cobertura social. En síntesis, un total de 33 millones presionando sobre el mercado laboral, hecho que genera la permanente reducción del salario promedio.
Cuando el macrismo obtuvo la presidencia en 2015 las élites brasileñas avizoraron la posibilidad de contar con un candidato similar que les ofrezca un dique de contención a lo que denominan el populismo petista. Casi tres años después, cuando todas las variables económicas del neoliberalismo de Cambiemos muestran el deterioro del clima social y un indudable fracaso del autoproclamado “mejor equipo de los 50 años”, los sectores dominantes de Brasil no parecen contar con muchos ejemplos exitosos para ofrecer a la sociedad. Solo la carta del fascismo explícito, enmarcado en la combinación de la hegemonía económica de los grupos transnacionalizados (el neoliberalismo económico) y dispuesto a constreñir el desarrollo inclusivo e impedir de esa manera el empoderamiento de los sectores populares. En Brasil se pone en juego algo más que una elección. Gran parte del destino próximo de América Latina tiene dos fechas de resolución: el 7 y el 28 de octubre. Tiempos interesantes.
Fuente: https://www.elcohetealaluna.com
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